‘No sabía que era algo que existiese.’
Hace poco más de los años del número de la niña bonita que
me llegó en canción una palabra
naranja, aunque desconocida. Una señal del cable transportaba
la imagen lejana pero simultánea de un evento sonoro, una de esas cosas que se
suponen desenchufadas pero puede uno encontrarle una cola de enchufes, en fin.
Primer registro en formato VHS para mi acervo, para rellenar
mis cajas de los buenos recuerdos. (Recuerdo que pedí a alguien que grabara la
cinta para mí y recuerdo que la entrevista previa al musical sólo registró los
últimos cinco minutos)
El hombre de la palabra naranja con quien soñara cuatro años
después sugiriéndome usar ‘algonaranja’, vestía un suéter [sú-éter… oh!],
naranja.
La tarde pasada arribaba yo a un privilegiado lugar de
trabajo y junto con mi llegar el encuentro con ella, que parece un ave posada
en lo verde, un pájaro que se empeña en hacer volar a la planta, así, mi
asombro fue seguro compartido cuando mi triste don de verbalizar toda sensación
arrojó un
— ¡Qué belleza! ¿Cómo se llama? Esa, la que parece un pájaro…’
— Ah! (con sonrisa buena) Esa es la ‘Estrelicia’, la
naranja.
— … (con sonrisa buena)
Nada más.
‘Cruzas sólo puentes, puentes entre ti
Las flores y el silencio son cosas de tu amor,
Has dejado un río para atravesarlo a la vez
Allí.’ Fuji
Alegría.
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Podéis escuchar...